martes, 22 de octubre de 2019

Cerro Bayo - Villa La Angostura

Miro por la ventana y veo lluvia. El frío me recuerda a esa vez en la montaña. Solo recordarlo me lleva a pensar en ese hormigueo, en las agujas en las yemas, en el temor de pensar que se me iban a congelar los dedos.

Es verano, ayer llovió, pero hoy solo amaneció nublado. Queremos subir alguna montaña, porque son nuestras vacaciones y todo en ellas esta construido al rededor de las travesías que queremos hacer por día. Pero en el hospedaje nos avisan que el cerro al que pensábamos subir esta cerrado, que con la lluvia hubieron desprendimientos, los caminos están muy mal, en resumen, es peligroso... pero acá a unos metros arranca el camino para subir al Cerro Bayo, que aparentemente es muy lindo y tiene miradores interesantes.

No salimos muy convencides de cual va a ser nuestro destino final, pero por las dudas tenemos el camel bag en la mochila y los bastones de trekking en las manos. Comida? muy poca, pero la subida promete no durar mas de dos horas y confiamos con que siempre en los cerros hay refugio o bar para comer. Sobre todo en un cerro que tiene pista de ski en invierno. Sabemos que no estamos tan preparades como estaríamos para una travesía mas larga, pero un poco nos lleva el impulso y un poco nos lleva la confianza de que esta es la tercer caminata que vamos a hacer en 5 días de vacaciones.

En el primer arrollo de un agua no muy confiable llenamos el camel bag, con la promesa de, mas arriba en el monte, volver a cargar.

Lenny y Carl

En la base del cerro hay un barrio y una perrita blanca y marrón se nos acerca a hacer fiesta, gira al rededor nuestro y parece feliz de acompañarnos, adelantandose a nosotres, entrando a distintas casas y volviendo mientras mueve la cola como si fuera un látigo. Un poco mas adelante entra a otra casa como venia haciendo y desaparece por un tiempo. Escuchamos ladridos de perres y, mientras empezamos a cuestionarnos si estuvo bien que la perrita nos siga vuelve corriendo, feliz, acompañada por otro perro, este grande y negro. Siguiendo el chiste de los Simpsons, empezamos a llamar a les perres "Lenny y Carl".

Los caminos en la montaña son todo lo que nos enseñan los libros de fantasía. La naturaleza al  rededor de todo y un sendero marcado por la cantidad de pies que lo recorrieron. Muy pronto dejamos las calles de tierra y comenzamos a recorrer senderos cada vez mas estrechos, donde solo podemos ir en fila con Lenny y Carl yendo de un lado al otro, entrándose en el bosque y retrocediendo para buscarnos mientras juegan entre elles.

El bosque empieza a ganarle al cielo y cubrir todo, el viento entre los arboles es mas frió, pero el camino es ameno, con poca pendiente y el silencio solo es interrumpido por algún canto de pájaros. Hay sectores un poco mas empinados, donde la lluvia de ayer reblandeció la tierra y dificulta un poco el andar, tenemos que retomar un par de veces y recalcular. Lenny empieza a ladrar fuerte y Carl se le suma. Nos quedamos quietes y prestamos atención a los sonidos. Una moto se escucha a lo lejos, les perres dejan de ladrar y seguimos el camino.

En algún momento deja de haber tanta pendiente, los arboles empiezan a quedar abajo y nos rodeamos de arbustos de flores coloridas. mas allá de las copas de los arboles vemos al pueblo y aprovechamos la vista para sacar fotos y comer de nuestras escasas provisiones - traducción, nos comimos una barrita de cereal cada une.- Les perres se alejan mientras tanto, Lenny vuelve a ver si consigue un poco de comida, y nos mira ofuscada cuando se da cuenta que no le vamos a compartir.
El bosque empieza a tapar el cielo

Carl esta ladrando, ladra fuerte, esta lejos pero lo escuchamos claramente, esta ladrando mucho. Hace 2 horas ya que compartimos camino con les perres y nos sentimos un poco responsables de elles. Nos acercamos rápido a donde viene el sonido.

Un ciclista esta quieto, tratando de ver como hacer para seguir bajando de la montaña, pero Carl esta en medio del camino y no lo deja avanzar. No para de ladrar y tiene todos los pelos del lomo erizados, se nota que el ciclista tiene miedo y, por lo tanto, se enoja cuando nos ve, al grito de que controlemos a nuestra mascota. Pero Carl no es nuestro, y, si bien empezamos a llamarlo, nosotres tampoco tenemos la confianza como para agarrarlo. Por suerte Lenny esta de nuestro lado y comienza a distraerlo corriéndole al rededor y llevándolo para el lado del juego. El ciclista aprovecha un momento de distracción para irse andando rápido mientras nosotres subimos el ultimo tramo de pendiente hasta el refugio.

La cima del cerro se ve solitaria y vacía, abandonada incluso. Se ven demarcadas las pistas de ski, hoy solo cubiertas de tierra. Cada vez hace mas frío y las nubes son cada vez mas oscuras y panzonas, están bajas, y las tenemos realmente cerca.

No hay refugio, hay un bar con precios altísimos. El hambre y el frío nos llevan a entrar de todas formas.
Lenny y  Carl intentan entrar con nosotros pero no se puede y se ponen a hacer guardia en la puerta. Nos da culpa y empezamos a cuestionarnos si tendríamos que hacernos mas cargo de elles, si es seguro dejarles afuera, si deberíamos salir con la comida y hacerles compañía. Separamos una parte de nuestro tostado seco para darles al salir.

Los del bar nos dicen que les conocen, que suben siempre que encuentran a gente que venga caminando por el mismo sendero que hicimos nosotres.

Desde la ventana miramos a les perres, Carl se sienta en un mirador y mira al horizonte. Es la tercera vez que lo vemos hacer esto, realmente pareciera disfrutar del paisaje y de la vista.

El Mirador
Las nubes bajan cada vez mas, y con ellas llega la lluvia. Sin una segunda mirada hacia atrás, Lenny y Carl se van por donde vinimos. La lluvia empeora a cada momento y el frío empieza a ser insoportable.

Media hora después seguimos en el bar y la lluvia mas que mejorar empeora. Por lo que decidimos volver rápido. Ayer llovió todo el día y esta lluvia parece ser igual de insistente. Si seguimos esperando vamos a irnos en las mismas condiciones, solo que con mas frío. Encima, nos olvidamos los guantes.

Dos pasos fuera del bar y el frío ya nos calo hasta los huesos. Estar adentro de una nube mientras llueve es una experiencia extraña, las gotas no caen, mas bien están ahí como si fueran una humedad condensada y el viento duele porque golpea con pequeños pedazos de granizo que no se terminan de formar.

En cada mano tengo un bastón, pero paso de no sentir los dedos a sentirlos con una fuerza plagada de mil agujas. Mis manos están congeladas y cuando las miro veo que están completamente blancas. En ese momento decido que prefiero resbalarme sin la ayuda de los bastones que congelarme los dedos de esta manera.

Los dedos están realmente entumecidos y no puedo abrir el cierre de la mochila ya que no tengo sentido del tacto. Entre les dos logramos guardar los bastones y en cuanto libero las manos las meto en los bolsillos para comenzar a calentarlas, pero la campera que estoy usando es finita y depende del calor corporal de uno para mantenerlo. y los bolsillos, al igual que mis manos, están mojados y fríos.

Pese al frío decido levantar la campera de nieve para poder acceder a los bolsillos de la campera de polar que tengo abajo, con lo que ahora tengo mas frío, pero siento a las manos protegidas y vuelven las puntadas de dolor. Muevo mucho los dedos mientras siento como el flujo sanguíneo hace lo que puede por volver a calentarlos.

Con esta lluvia decidimos que no podemos volver por el mismo camino que vinimos, recordamos las partes empinadas del recorrido que ya estaban resbalosas y con la lluvia puede ser realmente peligroso. Encaramos para el lado de la pista de ski sin nieve y comenzamos a bajar por ella.

A medida que bajamos el cielo empieza a escampar. Miramos hacia arriba y vemos el tamaño de la nube que cubre la punta del cerro, desde arriba parecía interminable (solo se veía blanco al rededor nuestro) pero desde fuera de la nube se puede ver que es esta sola y, si bien el cielo esta "encapotado" el resto de las nubes están altas y no parece que vaya a seguir lloviendo. Incluso hasta puede que veamos el sol.


***

Unas horas mas tarde, cuando el camino nos lleva de nuevo al barrio en la base del cerro, Lenny y Carl salen a la calle a saludarnos y acompañarnos en el ultimo trecho de la bajada. Cosa que nos deja estúpidamente contentos.





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