Una sola puerta de tres, abierta.
Una sola puerta.
Enfrente, la montaña.
Pasa la nube inmensa;
toda suya... todo suyo.
Huracanes de vientos;
lluvia andante semiparalela
y en todo el monte funerales alegres, naturales,
de hojas muertas.
Los cabellos terráqueos danzan todos iguales
al son de trompetas invisibles que vienen de los mares.
Llegó el otoño; llegó la muerte...
¡Mas no para todos!
Hoy morirán hojas y animales.
Mas no morirán para siempre y, en su transformación de mañana
darán
con más calor
a la tierra,
de su muerte,
pasado mañana,
brotes de espeanza.
Y yo no he muerto.
Me alegro de la lluvia
y me alegro del viento.
Si tengo frío, me caliento;
si tengo miedo, ¡Que no lo tengo!,
susurro y pienso...
y para mañana
ya me he comido mi pequeña ración de esperanza.
Una sola puerta de tres, abierta.
Una sola puerta inmensa.
Mira vos, no te tenía tan poetisa. Me gusto, también daría para letra de una canción.
ResponderEliminarA mi me fascina el otoño, por algo menos reflexivo igual. No hace ni frío ni calor, no llueve tanto en primavera ni me muero de angustia por la transpiración ni tengo que andar como loca emponchada hasta la nariz.
jeje, mira que no lo escribi yo, eh! por eso "manolillo chinato" aparece al costado del nombre de la poesia y entre parentesis, es el autor :P)
ResponderEliminarbueno bueno no puedo estar en todooo jajaja
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