jueves, 13 de enero de 2011

el extremo

Un parpado de piedra se abrió lentamente en la oscuridad, una pupila renegrida y seca revoloteo en las superficies para distinguir alguna figura en las sombras.

Allí estaba, pobre ilusa, acercándose a la figura eterna que yo era, acercándose lentamente y con cuidado, tratando de poner una mano en la mía... "volvé" susurraba.
Mi mirada estaba concentrada en ese rostro lleno de ilusiones vanas, si la pobre hubiese estado tan acostumbrada a la oscuridad como yo, se hubiese dado cuenta del error que era acercarse a mí.

Ya la había visto antes, la ví dudar, la vi durante todos los días que estuvo dando vueltas sin atreverse a entrar, sin animarse a acercarse. Ya la había analizado y ya sabia lo que iba a hacer.

Sabia demasiado... la observación era lo único que había entrenado por décadas... por siglos. Los gestos no se me pasaban desapercibidos y una vez que me formaba una idea de una persona, era muy difícil poder cambiarla, ¿porque? porque ya había visto ese gesto oculto, ese instante donde uno deja mostrar la verdadera expresión del rostro sin que nadie la note. Ya la había visto, leído, analizado y situado en un lugar en mi mente. Ya no había posibilidad de redención.

Su mano toco la mía y ví como se estremecía al percibir mi rugosidad, note como tensionaba cada uno de sus dedos, cerraba los parpados, respiraba hondamente y acercaba mas la mano. Estudie cada segundo de su lucha interna, analice su desesperación por acercarse a mi... y no me importo.

Decidí divertirme, hacia mucho no se presentaba una situación similar. Podía sentir la excitación que provocaba en mí la idea de lastimar a otro ser. Pude ver como ella malinterpretaba el nuevo brillo de mis ojos. Pude sentir su calidez al tratar de acercarse todavía más a mí.

Sonreí mas hondamente, dejándola que creyera que esta vez si estaba funcionando, que lograría llevarme a la luz, que esta vez no le golpearía las entrañas hasta dejarla doblada en un rincón, que podría limpiar sus heridas (las mías) y que le permitiría que suavizara mis asperezas (las suyas), que lentamente me quitase la coraza. La deje creer en todo esto, ya que el amor en su rostro me resultaba terriblemente divertido.

Su mano se poso sobre la mía con mas fuerza, y, sosteniéndola, dio un leve tirón, así, sin hablarme, quería ver si esta vez podría lograr que yo le siguiera. Quise ver hasta donde podría llegar y me levante. Pobrecita, casi salta de la alegría. La sorpresa era tangible.

Cuando llegamos a la puerta de la cueva pretendió hacerme salir a la luz, llevarme al río. Pero yo tenía mejores planes, y desate mi ira sobre ella, intente darle un empujón que la hiciera caer por el risco. Y en ese momento, en ese preciso instante todo cambio, la luz me cegó y trastabille, sentí como mi cuerpo iba en la dirección opuesta a la que yo pretendía y no había nada que pudiese hacer al respecto. Cuando pude enfocar la mirada la ví feliz, sonriente. No intento ayudarme.

Solo entonces comprendí su tensión, su duda, su alegría, su sorpresa... esta vez no tenia interés en ayudarme, se dio cuenta al fin que no había salida, que solo destruyéndome se liberaría de mi oscuridad (de su oscuridad).

Me di cuenta que me dolía el cuerpo, que se me nublaba la vista, ví como caían lagrimas por su cara y comprendí que también caían por la mía... llanto? que extraño... el cuerpo me seguía doliendo, pero por adentro. La idea de perderla, de la lejanía cada vez mas tangible a medida que mi caída avanzaba, me generaba mas dolor... la idea de verla sufrir es lo que realmente me estaba destruyendo... ¿amor? imposible...




Ella lloraba, era la única manera de liberarse de sus tormentos, de su propia sombra, de esa parte llena de rencor que estaba dentro de si. Se repetía constantemente que era necesario. Pero no podía evitar que le duela. Estaba destruyendo una parte de si misma, una parte muy fuerte que durante mucho tiempo reino en todo su ser. Su parte más fuerte, la más curtida y sin embargo, la que más necesitaba desechar para poder crecer.

En su llanto le agradeció por la coraza, por la fuerza que le había brindado en tiempos anteriores. Trato de explicarse (para explicarle) el porque de este acto, la necesidad de este momento.

Se quedo en la puerta de la cueva mirando el risco hasta que no hubo mas nada que mirar... aquella figura que la había atormentado, acunado y protegido se confundía entre las rocas... era una parte mas del paisaje.









"cuando crecemos asesinamos una parte de nosotros mismos, por eso duele tanto"

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