martes, 5 de mayo de 2009

Pensamiento de una Noche para el Olvido

Y soy chica, soy muy chica. Me hago una nena, sola, en un rincón oscuro, La veo acercarse y el temor me invade. Y estoy devuelta en esto, mi niñez. Y ella se acerca, y yo no me se defender.

Su mano es grande. Su figura imponente. Sus ojos…, nunca voy a olvidar sus ojos. Su cara. La forma de cerrar los labios, o de abrirlos con esa furia contenida que los hace ver más chicos. Y tirando la mandíbula hacia adelante se acerca.

Me mira. Me ve llorar, pero no le importa.

Levanta su mano, aquella de la que tan bien conozco la manera de golpear, y el dolor.

Y cuando no duele, duele el orgullo. Y, aunque ya no pegue, sigue lastimando.

¿Quién hubiese dicho que yo hoy iba a volver a ser yo? Siempre pensé que en algún momento lo superaría, pero veo lo difícil que es.

Y ella me sigue aterrorizando. Vuelve a tener ese poder sobre mí…

Lloro y exploto por muchos lados, menos por el que corresponde.

Miedo al dolor”, “perdón” y comprendo. Y no olvido ni perdono, pero aguanto, acepto, comprendo.

Puta comprensión.

Y desde este rincón grito, lloro, la miro acercarse. De golpe recuerdo que ya no soy la nenita sobre la que esta mujer tubo fuerza. “Baja esa mano”. Sus ojos no comprenden y yo sigo en el rincón, pero mi voz se impone a mi figura. “A mi no me levantas mas la mano” y la baja, pero levanta el dedito.

Y yo me levanto. No soy mas esa nena.

Trato de no llorar, pero no puedo. Grito, no puedo hacer otra cosa. Le grito. Vuelvo a ser la niña, pero después trato de razonar, gritando, pero solo lo suficiente como para que ella se tranquilice.

Me odia y todo siempre va a ser mi culpa.

Luego pide perdón, porque ahora va al psicólogo, entonces pide perdón. Te da un beso y te abraza, pero el odio esta ahí, presente. Y el rencor. Siempre el rencor.

Y no puedo hacer nada.

Ya no estoy en el rincón, o mejor dicho, ya no estoy agachada, echa una bolita en el rincón. Pero sigo a oscuras y el temor sigue ahí.

Preferiría encerrarme y no pelear, pero tengo que superarlo para que tanto ella como yo nos demos cuenta que no soy mas esa nena. Esa nena que veo en este momento, que, pese a mi, sigue llorando. Esa nena que, de vez en cuando, desaparece, o se va muy rápido, y viene cuando debería no hacerlo.

Miedo, siempre miedo, al dolor…, o al miedo.




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otra cosa viejita... esta es del 2005...
de este cuento surgio una idea para un corto, que ya es guion... pero que todavia no pude hacer salir de esa instancia... algun dia...

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